domingo, 2 de marzo de 2014

El niño y la rosa




Hoy, un día como cualquiera salí rumbo a una farmacia para
hacer una compra. En el camino vi un nene de unos 10  años, que se esforzaba por llevar algo, que  hasta aquí yo no había reparado qué era.
Lo que más  llamó mi atención fue la fuerza que el niño iba haciendo y de pronto observé que al pasar por el estrecho camino que mediaba entre un portón y un auto estacionado en la vereda el pequeño “chocó” la carga que llevaba: una planta con raíz contra un señor que salía de su casa.
Noté que el señor se mostró con el rostro contrariado por el “incidente”, aunque en total silencio (obvio). De inmediato el niño pidió disculpas y siguió. Al instante se dio vuelta y le preguntó: “se pinchó”, “no es nada,yo salí sin mirar” contestó el hombre. La verdad que el chico no estaba en falta, ya que el espacio que había libre en la vereda no permitía el paso de una persona de dimensiones normales. Por lo tanto el niño debía colocar la planta delante o detrás suyo, en una situación poco controlable, ni siquiera por un adulto.
Pronto alcancé al pibe, y me detuve junto a él. Así me contó que un  señor, había sacado el rosal que él llevaba y lo iba a tirar. Entonces “yo le dije si me lo daba para llevárselo a mi mamá”. “El  hombre me dijo que la rosa era vieja”. Y señalándome unos pimpollitos que asomaban en la punta, me dijo: “mire, vieja pero tiene pimpollos”. “Yo se la llevo de regalo a mi mamá, que le gustan las rosas”.
También me contó que su patio no estaba lindo pero que él todos los días le hacía algo para convertirle a su mamá,  ese patio en un lindo parque, poco a poco.
Yo sentí una ternura y una emoción que me desbordaba. Por la dirección que me dio faltaban muchas cuadras para llegar a su casa. Le sugerí, para evitarle tanto esfuerzo, que parara en algún negocio y pidiera una bolsa, para llevar la planta arrastrándola; a lo que me contestó con mucha vehemencia que no ya que la podría romper o estropear.
Entonces le ofrecí mi ayuda para llevarla hasta donde compartiríamos el camino. Muy agradecido, seguimos charlando, me preguntó mi edad ya que me vio grande para llevar algo con lo que arriesgábamos pincharnos, y debíamos tomarla de la raíz!. Un placer, algo muy conmovedor me iba pasando cada palabra que iba pronunciando este maravilloso pibe
Le pregunté si pensaba sorprender a su mamá plantándole el rosal, pero el me respondió que no. Primero le preguntaría si “le gusta y si lo quiere”. A cada momento, más me conmovía este chico con  la expresión de sus pensamientos y muestra de sentimientos.
Finalmente cuando íbamos a despedirnos lo felicité por su actitud hacia su mamá y el me felicitó por haberlo ayudado a llevarla……….
Ese día sucedió en mí algo muy movilizador, fue como esas cosas que te cambian la vida. Algo que no alcanza con describirlo.
Y realmente en tiempos donde estos gestos de amor, agradecimiento, esfuerzo,no son  muy frecuentes, es bueno agregarle a este relato aunque no le haga falta, el siguiente enlace: 
http://www.youtube.com/watch?v=SPnEH-eqyBs

Este es un relato objetivo de un hecho de la vida real desprovisto de recursos literarios


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